Un capítulo de lo que escribo de las memorias de mi padre.


Mi padre fue hombre muy peculiar, con muchos defectos, pero con mayores virtudes de las que habitualmente tenemos. Gozaba de una memoria privilegiada, de una sensibilidad extrema ante la injusticia. Su humildad, sinceridad, valentía, honradez, por sólo citar algunos calificativos, eran parte de su distinción. Pero si había algo en él destacaba a primera vista, era su originalidad y su simpatía al decir. Un decir sin temor a la espontaneidad y sin prever sus consecuencias. Decía lo que creía, y cuando algo contaba, lo relataba tal cual lo sentía.

Cuando Fidel Castro, Juan Almeida, Armando Mestre, entre otros pocos,-este último pariente de mi padre- se reunían  clandestinamente en Puentes Grande para preparar el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, – primera gran acción revolucionaria que se ejecutó para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista- ellos querían que mi papá se uniera a la causa, sobre todo Juan Almeida que conocía los valores de mi padre a través de Mestre. A lo que mi padre siempre le respondió: _ "Mira Juanito, ustedes son del Partido Ortodoxo y yo, soy comunista. Juntos pero no revueltos. Estaré apoyando en lo que haga falta para acabar con este régimen de mierda". Y así lo hizo en la clandestinidad desde la ciudad, pero fiel a sus ideales.
A penas siendo un niño, participó en la fundación del Partido Comunista. Dicho de paso, me dijo siempre que, "el primer comunista que tuvo la humanidad había sido Cristo". Filosofía esta, que no creo le haga mucha gracia a la Iglesia Católica. La convicción comunista de mi padre era tal cual está escrito en teorías, por esa misma razón, se fue de esta vida bien desencantado con las cosas que sucedían en Cuba. Se fue muy molesto con ese llamado socialismo-comunismo lleno de corrupción y desigualdad.
En el año 1978, renunció como militante del Partido Comunista de Cuba, habiéndose sentido engañado y traicionado por los llamados "compañeros" de Partido, a quienes literalmente dijo:
_ "Yo no necesito un pedazo de papel y cartulina de color rojo que avale lo que soy y lo que siento. Se pueden meter el carné por el culo”.
Desde ese momento se sintió liberado de las ataduras que lo estaban estrangulando como hombre libre que era. Cuando tenía que rendir cuenta de sus actos y sus movimientos a conveniencia de normas y estatutos, nunca lo comprendió.

Volviendo a Juan Almeida. Una vez que triunfa la revolución, él y mi padre se encontraron un par de veces. Almeida siempre acompañó su saludo con la propuesta de irse como chofer para el Consejo de Estado. Mi padre quien siempre le agradeció, le hacía saber que, "su camión de refresco no lo dejaba por nada en la vida", desde donde se jubiló al cabo de 45 años como único lugar de trabajo.

Habiendo pasado unos años como jubilado, a mi hermano mayor, militar por vocación, le ascendieron a Coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), dándole la satisfacción de llevar como invitado algún miembro de la familia. Mi hermano por supuesto, escogió a mi padre, sabiendo que lo disfrutaría como nadie por el orgullo que sentía por su hijo.
A este nivel, el carácter de este acto es muy reducido, muy protocolar. Es el propio Ministro de las FAR o un designado por él - desde siempre Raúl Castro-, quien colocaba los grados de ascenso a los nuevos Coroneles. Una selección de invitados como Ministros, Comandantes de la Revolución y Generales, participaron también como invitados, entre los que se encontraba el Comandate Juan Almeida Bosque. Una vez concluída la parte oficial del ascenso, hicieron un brindis donde unos y otros se saludaron y felicitaronn, mientras conversaban en pequeños grupos que aliatoriamente se iban formando.Por descontado, J. Almeida se acercó de inmediato a mi padre con mi hermano y rememoraron viejos tiempos. A ello, fueron sumándose distintos invitados para dar las felicitaciones. A los que no conocía mi padre, mi hermano le decía quien era. Hasta ahí todo marchó como como recomienda el protocolo, hasta que, el Sr. Marcos Portal, Ministro de la Industria Básica en aquel momento se acercó a mi hermano y tal como venía haciendo, le hizo la presentación a mi padre, a lo que mi padre dijo dándole un apretón de mano y un abrazo:

_ "Yo te conozco a ti chico! "

Marcos Portal con asombro y cierta sonrisa, respondió: _ ¿Si mi viejo? ¿De dónde?

Manteniendo mi padre, el apretón de mano, le dijo con su habitual énfasis: _Es que mi hija te mienta todos los días!!! Soltándole entonces la mano y dándole unos golpecitos en el hombro.

De más decir que, mi hermano empezó a pensar, "¡tierra trágame!". Sólo le salió decirle: _ ¿papi… qué dices? Presintiendo que soltaría una de las ocurrencias suyas.

Pero como a mi padre no había quien lo callara, siguió a sus anchas.

Entonces Marcos Portal, con una ráfaga de preguntas por la curiosidad, le insistió: _ ¿Ah sí? ¿ Es que tu hija trabaja con nosotros? ¿De dónde me conoce? ¿Me mienta todos los días?


Como si de una cara picarezca
del teatro bufo se trarara, mi padre fue transformando para responderle afirmativamente: _Sí sí sí, todos los días mi hija te mienta!

Aquel peculiar diálogo fue sumando invitados curiosos. Cada vez más se fue haciendo notar con su alto volumen de voz y el misterio de su hija. Hasta mi hermano, que aunque asustado, ya quería saber por qué su hermana nombraba a diario al Ministro Marcos Portal, quien curioso y campechano dijo una vez más:

_Haber mi viejo, entonces dime por qué? Explícame por qué tu hija me nombra?!

Y al fin la respuesta que nadie esperaba: _ ¡Ay chico... es que cada vez que cortan las luz, mi hija se caga en tu madre!

Las carcajadas de todos irrumpieron la cordura del evento. Menos las de mi hermano, que por un momento se arrepentió de haberlo llevado con él. Pero el desparpajo fue tan genuino, que al ver que todos alababan a mi padre, respiró tranquilo y se contagió de risa.

Ese padre mío era un peligro. No tenía filtro ninguno.
Y es que en la década de los 90 hubo una etapa en Cuba, que de las 24 horas del día, hubo apagones de 23 horas seguidas. Luego pasamos a los apagones en los llamados "horarios picos" que durante 4 horas diarias estábamos sin electricidad. Y coincidiendo con mi preparación para irme al teatro a trabajar,¿Cómo no me iba a "cagar en la madre de quien mandaba a cortar la corriente", porque así tal cual lo aclaraba yo. No me cagaba en el que la quitaba, porque sólo cumplía con su trabajo. Yo "me cagaba en la madre" de quien lo mandaba a hacer.
Claro, estando allí Marcos Portal, Ministro de Industria Básica, mi padre pensó, "Este es el tipo, este es el responsable", y dió rienda suelta a su originalidad.

Así era mi padre. Así era Bobadilla.

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